Escalera Real (reloaded)

     Le conocí una tarde, cuando me encontré con los dos. Iban abrazados, como solíamos ir nosotros también, y ella se sorprendió al verme. Me pareció notar que se puso algo tensa, pero es posible que sólo fuese mi imaginación. 

    Ella nos presentó. "¡Vaya!"  pensé  "ha aprendido a presentar a su novio". Conmigo no lo hacía, hablaba con algún conocido y yo estaba allí, esperando saber quien era.

     Hay que reconocer que el chaval era todo más que yo: más joven, más apuesto, más alto... más simpático. Para ser todo eso no hace falta mucho, pero él lo era. No puedo reprocharle a ella el cambio, yo hubiera hecho lo mismo en su lugar.

     ¡Qué guapa estaba! hacía mucho que no la veía, no recordaba que fuese tan preciosa, yo aún  seguía enamorado después de tanto tiempo...

     Me propusieron ir a tomar algo y acepté encantado, no tenía nada que perder. 

     Hablamos de distintos temas y, entonces, surgió lo inesperado: ¡el tío era campeón de póquer a nivel internacional! No me lo podía creer, encima eso, ¡no me jodas!.

     Tengo que decir que yo soy un gran aficionado al poker holdem, que era la especialidad de nuestro amigo. Ocupo con orgullo el puesto ciento setenta y tres de jugadores de poker de la Xbox. Vale, no he ganado un euro con eso, pero me divierto. Y otros conocidos míos tienen el puesto veintipico mil, o sea que no es tan fácil...  

     Contándome sus hazañas internacionales se le veía disfrutar, no me extraña, es para presumir de ello. El chaval se iba creciendo por momentos. Terminó diciendo:

     - Vamos, que soy tan bueno que podría jugarme hasta a mi novia.

     Ambos empezaron a reír por la ocurrencia.

     - ¿En serio? - dije yo

     - ¿En serio, qué? respondió él.

     - ¿Te jugarías a tu novia?

   - Eh, bueno, sí, claro - dijo, mirándola a ella con cierta duda. Ella asintió, segura de su hombre.

     - Bueno, juguemos ¿no? podría ser divertido - les dije - pero ¿qué pierdo yo?

     - Tu ya perdiste - dijo ella - no te preocupes.

     Qué encantadora, decirme eso...

   Él llevaba una baraja pintada a mano por el propio Jans De la Croix Souvignon (o algo parecido), que debe ser cojonudo porque le soplaron por la baraja 750 euros.

   Decidimos que ella repartiese las cartas, era la mano más inocente que había en el bar, porque el cliente que se dedicaba a la estafa de ancianos ya se había marchado hacía rato.

   Como no disponíamos de fichas, utilizamos servilletas del bar; ella se encargó de darnos cien a cada uno. Ese sería el tope de la partida.

   Ella empezó a repartir y me dio el diez y la dama de diamantes. 

    Yo hablaba.

    - Paso

      

    - Voy con diez - dijo él -

    - Lo veo

     Ella puso el flop sobre la mesa. Tres cartas: Jota de diamantes, As de diamantes y As de picas.

     Hablaba él.

    - Voy con treinta.

    Yo no tenía nada, pero si salía el Rey de diamantes, tendría la mejor jugada de póquer  la jugada imbatible: Escalera Real.

    - Veo

    Ella saco la carta llamada "turn". La cuarta carta sobre la mesa. Rey de Diamantes. Yo había ligado la Escalera Real.

    - Paso - dijo él

    - Paso - dije yo, con el juego en mis manos.

    Ella echo la última carta sobre la mesa, la carta llamada "river": As de tréboles.

    - ¡All In! - bramó, con los ojos brillantes y agresivos, pensé por un momento que me iba a pegar. So lo estaba jugando todo.  

     - Veo - dije, tranquilamente.

   Me enseñó poker de ases. Un jugadón, sí, pero perdía ante mi escalera real.

   Entonces... yo ganaba todo. Amigos, el mundo en mis manos. Ella tendría que venirse conmigo, el juego es así.

     - Tú ganas - le dije, dejando mis cartas bocabajo.

   Y me marché de allí, feliz, como nunca lo había sido en mi vida, a pasar la noche  sólo.