sábado, 16 de julio de 2011

EL GILIPOLLAS


     Me encontré con Facundo esta mañana. Él no me reconoció, iba hablando sólo, bastante absorto en la conversación que mantenía. Le saludé:

 -¡Facundo, qué pasa!

   Se calló, paró de andar y me miró. Estuvo 6,43 segundos sin hablar, mirándome, como el que mira a medio kilo de patatas tiradas en la calle, sin saber qué hacer... ¿cogerlas, comprar salsa brava?

 - ¿Uh? -dijo, con su peculiar acento alemán - ¿Uh? - repitió, esta vez con un tono más suizo.

 - ¡Facundo! ¿no me conoces?

 -  Hombre, Celedonio, ¡cuanto tiempo!

 - No entendí eso de "cuanto tiempo", la verdad. ¿Cuanto tiempo desde que no nos veíamos? ¿cuanto tiempo desde que olvidó mi nombre?. Es que yo me llamo Romualdo, pero no quise contradecirle.

  - ¿Cómo te va, Facundo?

 - Bueno... podría decirte que bien, pero mentiría. Horrible, chico. En mi casa no hay quien viva, con mi mujer, los niños, la suegra, los perros... en fin, que me han echado de casa y no tengo donde ir. Y me han echado del trabajo y el otro día, una gitana me echó una maldición.

- Vaya, chico, cuanto lo siento. Vente a mi casa, una temporada si quieres, hasta que encuentres algo.

Le cambió la cara.

- ¿Lo dices en serio? 

- Completamente.

- ¿Qué obligaciones tendré?

- Ninguna, hombre. Te daré una llave y podrás entrar y salir cuando quieras.

- ¿Y la comida? 

- Corre de mi cuenta, tranquilo.

- Claro, comprende que yo tengo unos gastos... tabaco, cañas, hachís.... las cosas básicas.

- Bueno... algo haremos, no te preoocupes. Te daré lo que pueda. 

- Bien... y las chicas, claro. ¿Podré llevar chicas a casa? ¿y chicos? ¿animales?

- Eh... claro, claro. Si no rompéis nada, de acuerdo.

- Y tu mujer... ¿me dejarás que me la tire? ¿y a tus hijas? tenías hijos también ¿verdad?

- Y dos perros. Mira, no, eso no...

- Razónalo.

- Hombre, no creo que haga falta, hay cosas que no...

- ¡Lo sabía! Eres todo palabrería, vaya un amigo. Lo que tú no quieres es que vaya a tu casa, hijo de puta, bocazas... a la hora de la verdad, todos me falláis, cabrones... 

Me marché a la francesa mientras Facundo me insultaba, a mi y a varias generaciones de mi familia. Aquél hombre no razonaba o tal vez yo no razonaba, no sé... yo creo que, en realidad, no quería venirse a mi casa, me quedé algo triste. Yo es que siempre he sido un poco gilipollas...


No hay comentarios:

Publicar un comentario