sábado, 20 de agosto de 2011

Tonto el que lo escriba

¿Qué escribiría si tuviese la certeza absoluta de que nadie lo iba a leer nunca?.

La lista de la compra y algún teléfono, probablemente. Lo demás es como hablar sólo. A veces se escapa, es verdad.  A veces escribes para ti, te cuentas cosas. A veces me cuento un chiste espontaneo y me río, yo creo que estoy un poco loco. A lo mejor bastante. ¿Cómo sabe un loco que lo está?. Puede que yo esté metido en alguna celda acolchada desde hace años, pero me tienen drogado y todo esto es un sueño. 

Se me escaparía, por algún recuerdo, alguna lagrimilla impresa de algún amor perdido, uno cualquiera... hoy le tocaría a aquella chica con olor a eau jeane, que ya tiene cojones que me acuerde de eso, después de tantos años.

Siempre tienen que aparecer tías por medio, como si no hubiera otra cosa. Tal vez no la haya, aunque una vez le hice un poema a un amigo, en un momento de fraternidad extrema. Luego resultó que era un hijo de puta, pero ese es otro tema. Bueno, no. Es el mismo tema, aquí aparece también una mujer, la madre de mi amigo.

¿Qué me diría si estuviese hablando sólo? "Tío, asúmelo, ya va siendo hora. Has perdido el tren" y luego intentaría escribir un blues y me saldría un esperpento, que también tiene su aquél.

Y luego me diría que soy un gilipollas, porque muchos quisieran estar en mi lugar: sin cargas familiares, sin grandes deudas, todo el tiempo para mi. Sí, eso está bien.  Intentaría escribir un chiste y me saldría un blues.

De aquella habitación donde me encerraba con mis discos (de vinilo), mis libros (de papel) y mi Nikon FM (manual y de carrete) a este apartamento donde estoy encerrado con cientos de canales de televisión y montones de aparatos de alta tecnología no hay tanta diferencia. Mi yo es el mismo, no percibo diferencias notables. He sido yo constantemente, no he notado nunca los cambios que pueda haber tenido, no he sido consciente. Del cambio de mi aspecto físico si que me he dado cuenta, tampoco estoy tan ciego. Ya no me atrevo a saltar ocho escalones de golpe, más que nada porque si los vecinos me ven, llamarían a los loqueros. Además vivo en un bajo, pero yo me entiendo.
¿Qué te diría, si supiera que nunca lo ibas a oír? que te quise por egoísmo, que era por mi, no por ti. Si de paso eras feliz, mejor, pero no era demasiado importante. Con disimular me valía. Es verdad que te quería y es verdad que no te quería ¿qué te voy a decir? pues que duele más perderte que a mis otros juguetes, has durado  más. Nunca le he tenido especial afecto a ningún juguete, ahora que lo pienso. 


Pero si de verdad supiera que no lo ibas a leer nunca, nunca, te diría que te quiero y que no sé si podre soportar vivir sin ti.

2 comentarios:

  1. ¿Cómo lo haces para acabar, casi siempre, contando un chiste? Y no de los malos, precisamente.

    No me importaría ser considerado tonto por leerte, ya que, como con esta entrada, acabas haciéndome, con bastante frecuencia, como poco, sonreír y/o emocionarme.

    Bueno, mejor acabo de escribir más mariconadas de tercera división, entre otras cosas, porque me hago la picha un lío.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus comentarios, Teseo. Es agradable saber que alguien me lee, porque para eso escribo aquí.
    Si te gusta, me alegro muchísimo. Y si no te gusta, me alegro de ver que lo has leído y que lo comentes, algo aprenderé.
    De todas formas, leer a un tonto no te hace tonto, creo yo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar