domingo, 14 de agosto de 2011

La jubilación de Ramirez

Ramirez tenía ya sesenta y cinco años, le había llegado la jubilación. Yo era algo más joven que él, aunque no mucho más, y eramos amigos. Un buen  tipo, Ramirez. Siempre me ayudó en el trabajo y a los demás también; a él le gustaba ayudar y enseñar lo que sabía.
- Me da pena - me dijo unos días antes - os voy a echar mucho de menos, a todos.
- Bueno, hombre, ahora tendrás todo el tiempo del mundo, podrás hacer lo que quieras. 
- Esta es mi vida, no tengo otra cosa. No sé en que voy a pasar el tiempo, la verdad. Ya sabes que vivo solo, me voy a aburrir como una ostra.
- ¿No tienes algún hobby? 
- Sí, me gusta el break dance, pero no me veo yo...
Ambos reímos. Era un tipo simpático, Ramirez.
Llegó el día de la celebración por la jubilación de mi amigo y asistió todo el departamento, en pleno. Claro, Ramirez prometió invitar con el dinero de la liquidación y, en esos casos, no había excusas de familiares enfermos, entierros o viajes imprevistos. Cuando se presenta en tu vida una buena comilona de gorra, la salud mejora bastante, en uno mismo y en la gente de tu entorno. 
En cierto momento de la fiesta, se levantó Morales, el jefe de personal e hizo un brindis:
- Quiero brindar por Ramirez, uno de los mejores, si no el mejor, empleados del departamento
Todos levantamos las copas y brindamos.
- Es curioso - comenté
- ¿El qué? - me preguntó Ramirez
- No, nada, una tontería
- ¿El qué, coño?
- Nada, que Morales me dijo hace dos días que estaba deseando perderte de vista... que estaba hasta los... pero lo diría en broma, ya le conoces.
- Claro que le conozco, no ha hecho una broma en su puta vida.
- Brindo por Ramirez, - dijo Margarita, de contabilidad - un hombre de verdad 
Todos brindamos.
- Qué maja es Marga - me dijo Ramirez con una sonrisa - igual que Rosaura. Si yo te contara...
- Ah, no te preocupes, ya lo sé. Te lo montaste con las dos ¿no?
- Bueno, sí, pero no a la vez - soltó una risa - ¿te lo conté?
- No, tú no, ellas. Nos lo contaron a todo el departamento. Vaya semana pasamos.
- Envidia ¿eh? los tíos somos tan básicos, cuenta, cuenta...
- No, no por envidia, hombre. Ellas dos, junto con Luisa, la de mantenimiento, trataban de decidir si tenías un bígaro, un cacahuete o un pistacho...  que con una docena de Viagras eras capaz de estar empalmado cinco minutos, que tu cuerpo en un plato de langostinos pasaría desapercibido, que...
- Bueno, vale, vale. Las mujeres se divierten así. La de mantenimiento me llevó a su casa dos veces, lo que quiere decir que le gustó la primera.
- Lo que ella dice es que la primera vez no funcionó la cámara de video.
- ¿Cómo? ¿grabó una película porno conmigo?
- Más que una película porno es un cortometraje cómico, al menos eso es lo que opina la mayor parte del departamento.
- Por Ramirez - levantó la copa González, de recursos humanos - ¡el mejor de los mejores!
Bebimos todos, más que nada por la originalidad del brindis. 
- Tiene gracia - dejé caer
- ¿El qué, el qué tiene gracia? - inquirió Ramirez, algo encrespado
- Nada, nada, olvídalo.
- Bueno, lo olvidaré.
- Mira, te veo interesado, te lo voy a decir: el cabrón de González quería echarte hace seis meses, pero no le dejaron los de arriba.
- Sí, me aprecian
- Bueno, dijeron que era por dinero, que era más barato que te jubilases y "aguantar al mierda" (literalmente) seis meses, que lo mismo te morías antes, con algo de suerte.
- Vaya 
- Pero ya sabes, son cosas que se dicen, sin más.
- ¡Por el gran Ramirez, el gran compañero, el gran amigo - dijo, bastante borracho ya Martinez - el dios de la empresa!    
- ¿Qué opinas de éste? - me pregunto Ramirez - ¿qué me dices? es un gran compañero
- Recuerda que te separaste porque Martinez se estaba follando a tu mujer
- Ella me dijo que se iba para pensar en lo nuestro, no sabía nada de eso que me dices...
- Ah, entonces olvídalo, son solo rumores y fotografías que circulan por Internet, nada importante.
Le trajeron el regalo de despedida a Ramirez, junto con la tarta del postre. Un bonito reloj comprado en un chino a buen precio. Con todos los que éramos, a un euro cada uno, ya podía ser un buen reloj.
- Gracias, amigos y compañeros, gracias. Os echaré mucho de menos.
- Y nosotros a ti, Ramirez - dijo Menendez - dures lo que dures, como ya eres mayor...
- ¡Brindo por Ramirez! - dijo Pérez - ¡el moribundo más simpático del planeta!
Todos bebimos.
- Ramirez - le dije yo - te he traído un regalo especial, ya que somos amigos. Esto es de mi cuenta. Me da vergüenza que lo abras delante de mi, discúlpame.
Le di el paquete y me fui al baño. Me había costado encontrar el regalo, pero mereció la pena el esfuerzo. Cuando vi la foto en Internet, me encantó para mi amigo. Era perfecto. Se lo di listo para que lo usase nada más sacarlo de la caja, como me hubiese gustado que me lo regalasen a mi.


  
Desde el baño comprobé que sí, que sabía usarla el cabrón. 

Esperaría a que acabase el ruido, las voces y todo el jaleo para salir, no me gustan las aglomeraciones ni el barullo. Quizá tardase bastante, le dejé diez o doce cargadores en la caja, me gusta ser generoso con mis amigos.

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