La pobre Romualda ya era mayor, se le había pasado la juventud hacía tiempo. La frase anterior es redundante, ya que si era mayor, se le había pasado la juventud, obviamente. Pero el caso es rellenar. En fin, prosigamos.
Romualda era muy apreciada en el barrio, todos la saludaban al pasar "Adiós, Romualda", pero ella no contestaba nunca. Ellos la conocían bien, no les importaba porque sabían cómo era.
Romualda tuvo seis hijos en su vida, de los cuales cuatro murieron ya, dos en accidentes de coche y uno asesinado por un cobarde. Al otro en realidad sólo se le supone muerto, ya que desapareció un día hace mucho tiempo y jamás se le volvió a ver por el barrio. Romualda nunca habla de ellos, es demasiado doloroso.
Esta mañana volvía yo a casa con mi perro, al que había sacado a pasear, aunque él se empeña siempre en cagar y mear, no hay manera de evitarlo. Le tengo que querer tal como es.
Le solté la correa para entrar al portal y, en ese momento, salía Romualda del portal vecino.
Mi perro, que le tiene mucho cariño, corrió hacia ella, la montó y se puso a copular. Romualda no parecía demasiado incómoda. Tal vez recordaba su juventud.
¿Humor?
ResponderEliminarA mi me ha hecho gracia, dos perros chingando, jajaja
ResponderEliminarHomer
¿Ves, listillo?
ResponderEliminar¿Gracia?
ResponderEliminarjoder, nos hemos vuelto exigentes...
ResponderEliminaralguna pera pocha tiene que entrar en la cesta, cojones
¿Por qué pluralizas?
ResponderEliminarCuando hablaba de la mierda, no sabía que iba a convocarla.
Lo único bueno es el nombre.
Y no te mosquees, so sensiblero.
Aaaaaaaaaahhhhhhhhhh
ResponderEliminarAcabáramos...
Ahora mismo en mi vida no hay ninguna Matilde que se pueda mosquear... por eso elegí ese nombre, el primero que me vino a la cabeza.
Lo siento por tu Matilde, no era mi intención.
Cómo te agarras a un clavo ardiendo. En fin...
ResponderEliminarJoder, seguro que me engañas con otro blog, tú antes no eras así
ResponderEliminarCon varios, más bien. Pero que conste que no sé de qué va este relato. ¿Juventud=¿??
ResponderEliminarJoder, ya no mola ni el nombre.
Cambia de avatar. Te va mejor la forma arisca de ser de los felinos.
En fin...
ResponderEliminarYa que te molestas en comentar o lo que sea que haces, y ya que ahora tampoco tengo mucho que hacer (cosa rara, en general me paso el día ocupado tocándome los webs), te diré:
La idea de este relato (si es que se puede llamar idea a eso y relato a lo otro) era empezar hablando de forma que pareciese que hablaba de una mujer, pero al final, resultó ser una perra... bueno, no es el primer relato que escribo del tema, ahora que lo pienso... cojones, la mayoría...
Tendré que hacérmelo mirar.
Joder con Homer, lo pilló a la primera. Más bien tendría que hacérmelo mirar yo, más bien (ya empiezo a encasquillarme).
ResponderEliminarEs que no capto lo kafkiano (qué intelectual parezco); será porque soy ario.
Anda, coño!
ResponderEliminar¿Pensabas que Matilde-Romualda era una mujer incluso siendo... siendo... en fin, siendo amada por mi perro?
NOOOOO
Dios, eres peor de lo que pensaba...
No digas palabrotas, transgénico.
ResponderEliminarGracias. El que no le agrade a un rojo pasión, me catapulta a lo más alto de la jerarquía de la vida. Lo malo es que no me molan las alturas. En fin... En fin... En fin...
¿Fin?
Finiquito: Me muero de sueño. Es lo que tiene el insomnio.