domingo, 7 de agosto de 2011

Un hombre de los que ya no quedan

El sargento McFlannagan había caído como un héroe, al intentar salvar la vida de sus hombres tirándose encima de una granada de mano. No murió por la explosión: no se trataba de una granada, como pensó nuestro hombre,  sino que era una piedra lanzada por un niño manco, de la aldea enemiga. 

Tenemos, al menos dos incógnitas: 

  1) ¿Por qué se tiró encima?
  2) ¿Por qué murió?

La primera, la hemos mencionado antes: para salvar a sus hombres. La duda surge cuando sabemos que el más cercano de ellos estaba a catorce kilómetros, asistiendo a una conferencia sobre apicultura, impartidas por un famoso astrólogo y pensador gallego.

El suceso ocurrió un jueves, día de paga y libertad, como decíamos nosotros. Los jueves se paraba la guerra, por acuerdo mutuo. Aprovechábamos ese día para irnos a cualquier ciudad cercana a gastarnos la paga alegremente en putas, vino y drogas, en cualquier orden, excepto un gilipollas que se iba a escuchar conferencias a catorce kilómetros de la base.

El sargento McFlannagan, no lo hemos dicho, era ciego de nacimiento. Consiguió, a base de trampas, entrar en el ejercito y llegó hasta el grado de general de brigada. Pero un sucio incidente, relacionado con su mano derecha y el culo de un cabo furriel, causó su degradación a sargento. "Pensé que era una chica" dijo en su defensa, pero no le creyeron. Ninguna chica, por mal hecha que estuviera (incluyendo la mujer del capitán), podría tener el aspecto repugnante del cabo furriel. En aquellos tiempos, tocarle el culo a una dama (o a un putón, daba igual), era celebrado con fiestas y jolgorio, pero la homosexualidad sólo era permitida entre personas de distinto sexo.

Nunca reconoció su ceguera y jamás le pillaron, ni siquiera cuando pilotaba el caza del que se hizo cargo durante doce años, a pesar de que a veces levantaba sospechas al sentarse en el tren de aterrizaje y buscar el embrague. "Es un bromista" pensaban todos. 

Pero ¿por qué se tiró el sargento sobre la piedra?. No lo sabemos, francamente. Por más vueltas que le demos a la cabeza, no comprendemos semejante acción. ¿Por qué hablamos en plural? tampoco lo sabemos, cosas que pasan al escribir en directo.

Intentemos contestar a la segunda pregunta: ¿por qué murió el sargento?. Eso es fácil de contestar, ya que la autopsia no deja lugar a dudas: la biblia que llevaba debajo de la camisa, al estar forrada con metacrilato, chocó contra la piedra, con tan mala suerte que uno de los versículos de San Pablo se le incrustó en el corazón, provocándose la muerte en el acto. 

Todos lloramos la pérdida del sargento y, para honrar su memoria, fuimos los más valientes de la compañía al día siguiente a la aldea y arrasamos el hospital, la guardería, el colegio, el geriátrico y la maternidad. No quisimos ser demasiado crueles y respetamos el tanatorio y la cárcel. Eramos soldados, no alimañas.

El alto mando nos condecoró a todos con la medalla al valor y con una paga vitalicia de ochocientos millones de euros mensuales, libres de impuestos. Nuestras necesidades básicas estaban cubiertas, gracias al heroísmo y la visión de futuro del sargento McFlannagan,  un hombre de los que ya no quedan. 


(Esto es lo que sale cuando empiezas a escribir a boleo porque te aburres. Ni siquiera sé que título ponerle... ) 

3 comentarios:

  1. Pues ponle 'Héroe' o lo que sea. Se ve de pena la sidebar sin él.

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  2. qué tendrá que ver un sidecar con un post, los hay alelaos!

    Ya le he puesto título, para el (los) quejoso(s).

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