jueves, 30 de junio de 2011

A Las Siete De La Tarde


     Eran la siete de la tarde y ella no había llegado... eran las siete de la tarde y no había llamado. Eran las siete de la tarde y él estaba muerto de pena, las siete de la tarde y el mundo se venía abajo...

     Y seguirían siendo las siete de la tarde eternamente, a menos que le cambiase la pila al reloj, menudo paleto.



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